De acuerdo a sus hábitos
alimenticios en vida silvestre (trébol, semillas de pasto, tubérculos,
bellotas, nueces, etc.) es importante considerar la incorporación de forrajes a
la alimentación de los pavos domésticos desde una temprana edad, ya que ellos tienen
mayor capacidad de admitir dietas ricas en fibra que otras gallináceas, por lo
cual el pastoreo o aprovisionamiento de forrajes como la alfalfa en fresco
contribuye mucho a disminuir y optimizar los costos de producción, mejorar la
conformación músculo-esquéletica de los pavos e incluso se mencionan algunas
ventajas en la palatabilidad de la carne en pavos de pastoreo en contraposición
a pavos que no reciben ningún tipo de forraje.
Es
extremadamente importante alcanzar los objetivos de peso en las curvas de
crecimiento corporal de los pavipollos, particularmente durante las primeras 4
a 6 semanas de vida. Una pérdida de peso prematura o falta de crecimiento
apropiado de acuerdo a la estirpe y meta de peso específico a una edad
determinada de los pavipollos, bajo condiciones comerciales de producción puede
ser difícil de recuperar en etapas posteriores. Actualmente se sabe que una
privación en el acceso al alimento durante las primeras 48 horas de vida del
pavito es detrimental para su rendimiento cárnico posterior, por lo cual lo
recomendable es que los pavipollos tengan acceso al alimento lo más rápido
posible después de su eclosión (Halevy et al, 2003). Algo que es importante
aclarar aquí, es que los requerimientos de proteína, vitaminas y minerales
sobre todo al arranque de la crianza son mucho mayores que los requerimientos
de estos mismos componentes en pollitos de engorda (Gallus gallus). Por regla
general en pavos mayores a las 6 semanas de edad debe proporcionarse el doble
de vitaminas y minerales de los requerimientos que muestran por unidad de peso
los pollos de engorda en sus fases de engorda y finalización. Se debe prestar
especial atención a la ingesta total y parcial de aminoácidos, ya que ésta es
importante en todas las etapas de crecimiento del pavo (Veldkamp, 2000). Una
ingesta insuficiente de aminoácidos específicamente después de las 14 semanas
de edad puede afectar adversamente el peso corporal y el rendimiento cárnico de
la pechuga.
Se
ha observado que el crecimiento de los huesos en la etapa de crianza y
desarrollo de los pavos (0-11 semanas de edad) muestra una tasa muy alta de
desarrollo (470% en 11 semanas), llegando a crecer en promedio durante esta
etapa hasta 2.1 mm diarios, el incremento diario es 7 veces más rápido que el
resto de la vida del pavo, el cual a partir de las 12 semanas de edad los
huesos crecen sólo a una tasa de 0.3 mm diarios, de allí la gran importancia de
la suplementación alimenticia vitamínica y mineral indicada anteriormente en
las dos etapas tempranas de la vida del guajolote doméstico.
La
ganancia de peso debe controlarse desde la primer semana de vida, esto se puede
efectuar por medio de pesados muestrales semanales, esto con la finalidad de
poder anticipar los cambios en la fase de alimentación; o bien, la alimentación
puede restringirse en lugares donde la granja se encuentra por arriba de los
1,000 m.s.n.m., donde la restricción alimenticia en algunas estirpes actuales
de pavo contribuye a prevenir un aumento en la incidencia de síndrome ascítico,
el cual aunque no es tan grave como en los pollos de engorda machos sí puede
ser una causa de mortalidad importante en esta especie (Meleagris gallopavo).
Un
buen programa de alimentación que considere la inclusión de hasta 6 diferentes
tipos de alimentos o etapas alimenticias contribuye a optimizar la ganancia de
peso y la uniformidad de la parvada al mismo tiempo que se logra una buena
economía a través de una conversión alimenticia apropiada por parte de los
guajolotes al final de su etapa productiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario